martes, diciembre 18, 2007

ARG16 Ushuaia

3-XII-07

Aquella noche la luz me despertó a las 3 y pico de la mañana. Vi un sol rojo que salía sobre los tejados de Ushuaia. Sentí perfectamente el sentirme en la ciudad más austral del mundo. Pero de nuevo, tras ver la hermosura de el rojizo sol austral, radiante en su salida matutina, volví a dormir, aunque me costó mantener el sueño con tanta luz.
Aquella mañana hicimos un cambio de hostel, con rumbo al Hostal Pueblo Viejo, bastante más chulo que el anterior, pero con una ventana "sin vistas". Descendimos por las calles de Ushuaia, y al llegar a Gobernador Deloqui, girámos hacia la izquierda. Tras hacer el check in, marchamos a la plaza Cívica, entre la bahía y la calle Maipú. Allí, en la compañía "Tres Marías" reservámos un paseo en el velero "IF ..." por la Bahía Beagle para esta tarde a las 15.30.
Luego subimos de nuevo la ciudad, para reservar una excursión al parque nacional Tierra del Fuego, con trecking y canoa incluído, y finalmente descendimos a comer en una confitería (que aquí sirven también salado) en la Avenida San Martín.

A las 15.30 estábamos de nuevo en la plaza cívica, pero el viento impedía salir al velero, así que nos lo cambiaron para el miércoles por la mañana, nuestro último dia.
Nos quedó la tarde sin nada que hacer, y mientras unos fueron a ver el Glaciar Martial con la telesilla, y otra se fue directamente a dormir, yo decidí que ya había visto muchos glaciares, y me marché a ver "El Museo del Fin del Mundo", donde se narra la historia de la ciudad y la isla, desde los primeros pobladores yámanas y shelk'nam, al la historia del presidio, los naufragios, los primeros aventureros, y por supuesto la caja fuerte del banco que había allí antes de crear el museo. A las 5 entró un guía, y con un grupo de señoras bonaerenses, comenzó la visita guiada, que completó la que yo había hecho en solitario. Más divertida, la verdad, y siempre se aprende algo nuevo que no está en las notas.




A las 6 de la tarde habíamos quedado todos en la puerta del Museo Yámana, y allí pudimos ver las maquetas de su forma de vida. Muy interesantes, francamente. Se podía ver desde la caza, la navegación y pesca, e incluso sus casas, mientras se narraba en los textos adjuntos su forma de vida nómada.


La cena fue en "La Fragua fuegüina", donde volvimos a probar los mariscos de aquella zona, incluída la centolla.

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