viernes, febrero 13, 2009

El oro perdido

Últimamente parece que pienso con los pies en vez de la cabeza. Perdí la semana pasada un paquete de tabaco sin estrenar, el martes una T-10 del metro, y el miercoles, lo peor, la cadena de oro con la placa, una cruz de caravaca y una cruz egipcia.

Todo empezó a las 4 de la tarde. Fuí a hacerme una higiene facial que me hacían a mitad de precio en el gimnasio (y que luego pensé que me salió cara), y la chica me pidió que me quitase la cadena. Así que me la metí en la chaqueta de la cazadora. Sin embargo, al salir, me puse la camisa, la camiseta, pero me olvidé de sacar la cadena del bolsillo. Luego me fui a la biblioteca de la UB a por un libro, al Decathlón a comprarme las gafas y el gorro para nadar, y casualmente pasé por un H&M donde me compré un jersey. Al dia siguiente, me acordé de la dichosa cadena, y bueno, no estaba en ningúno de los bolsillos de la chaqueta, ni tampoco lo habían encontrado en el gimnasio. Así que lo dí por perdido, y me fumé uno de esos cigarrillos meditativos, culpándome de mi poca concentración, y aliviándome intentando pensar que aunque fuera de oro, tampoco eran muy grandes las cruces.

Por la noche, sin embargo, encontré la cadena en el suelo de mi habitación. Se había caído de la chaqueta al ponerla en la silla. La alegría rebosó en mi ser. Había recordado como lancé literalmente la chaqueta sobre las perchas del H&M para probarme el jersey, y me extrañó que finalmente apareciera justamente en mi casa. La alegría subió por mis venas como el mejor champagne.

Esa misma noche apareció el paquete de tabaco. Sobre la tarjeta de metro, no se nada, pero después de encontrar la cadena, la alegría ha anulado su recuerdo.

viernes, febrero 06, 2009

Quan la Candelària plora ....

El pasado martes dia 2 fue la Candelaria. Mi abuela siempre decía: "Quan la Candelària plora, l'hivern ja està fora". Y este martes la Candelaria rompió en lágrimas y llovió toda la noche sobre Barcelona.

Hace poco más de un año que mi abuela se murió. Yo estaba entonces en la Patagonia argentina, y nadie me informó de su muerte hasta que volví a España. Un amigo me envió un sms con un "lo siento" cuando estaba en Chile, pero no me confirmó nada ante una llamada de preocupación, aunque admito que fue una de las muchas ideas que se me pasó por la mente, aunque no la única.

Todavía echo de menos su figura sentada en el sillón cuando voy a visitar a mi tia. Por curioso que sea, los recuerdos hacia su persona no irradian de la niñez, sino de la adolescencia. Fue entonces cuando empezamos a descubrirnos mutuamente; quizás yo era el único nieto que aguantaba sus conversaciones de sus viajes por Italia. Siempre había soñado con ir a Roma, y para un chaval que empezaba el bachillerato, siempre era interesante escuchar el viaje de mi abuela. Cuando hice arte en COU, le volví a pedir los libros para ver las imágenes. En aquellos tiempos no existía internet con tanta información, así que sus libros turísticos de Toda Roma, Toda Venecia o Todo el Vaticano eran la mejor biblioteca de imágenes del renacimiento italiano. Entonces ella me los regaló; me dijo que cuando se muriera posiblemente irían a la basura, y yo era el único al que le interesaban, así que de pronto tuve todas aquellas imágenes de Giotto, Botticelli, Rafael, Miguel Ángel, Da Vinci ... en mis manos, como legado.

Cuando por fin fui a Roma, era como si visitase la ciudad eterna con mi abuela: la iglesia de la Santa Croce, la Santa Scala ... Lo mismo me pasó en Venecia con la Palla d'Oro. Como flashes de luz, sentía su imagen y escuchaba sus palabras a mi lado. Cuando murió, soñé varias veces con ella. Era como si necesitase despedirme de ella. No lo sé, quizás nunca lo sabré. Imagino que su figura irá difuminándose con el tiempo, aunque nunca llegará a borrarse. Siempre quedará en mi memoria sentada en aquel sillon con su fuerte y poblado cabello blanco, vestida con colores oscuros, y con su sonrisa incomprensible.