domingo, octubre 29, 2006

Venezia

¡Venecia terminó! Abandonamos Piazzale Roma por el mismo puente que nos había traído a aquella isla insólita, rumbo al aeropuerto Marco Polo, olvidando lanzar una moneda en una fuente que nadie conoce.



La llegada a Venecia fue nocturna. Buscamos el hotel, y al abrir la ventana observamos la belleza del canal. Salimos a cenar, y tras degustar la pasta italiana, marchamos hacia Campo Santa Margherida para conocer la noche veneciana. Tras unas cervezas, terminamos en el Piccolo Mondo, una mini discoteca, pero que era la única, con gente un tanto estraña.

La mañana siguiente cogimos el vaporetto rumbo a Piazza San Marco. Lo cogimos al revés, y en vez de ver el Gran Canal, observamos el puerto. Pero bueno, por lo menos pudimos parar en la isla de San Giorgio, hacernos un amigo japonés y observar de las vistas de San Marcos desde allí.
Por fin llegamos pudimos ver el palacio ducal, el puente de los suspiros, y esa obra de arte bizantino que pone la guinda a la plaza. Unos decidieron tomarse un café en el Florián, y otros nos introducimos en el templo. La catedral deslumbra al entrar por el dorado de sus cúpulas, y el aurea de misterio que inunda la estancia. Al final, la Pala d´Oro.

Perderse en las callejuelas, descubrir palacios decadentes e iglesias sorprendentes, subir por puentes por donde pasan las góndolas, meterse en la masa de gente que observa el Rialto ... un camino complicado para coger el Vaporetto que lleva a Murano. Por fin llegamos, había comenzado la última explicación del cristal de Murano. No compramos nada, y cerraron la fábrica. Caminamos por las calles de Murano, sin turistas. Era como Venecia, más sencilla, pero sin gente, con apenas pocos viandantes nativos. Nos cruzamos con Lionel Jospin, y volvimos a Venecia.

La noche en Venecia fue mas breve. El domingo Santa Margherida estaba mas vacía. El dia siguiente fue para conocer el Palacio Ducal. La historia de aquella república, La Serenísima, que bajo el mandato del Doge se extendió por Padua y Verona, conquistó Dalmacia, y llegó hasta las islas jónicas y Creta. Una historia de un país que comenzó su decadencia porque molestaba al emergente papado, y cuyo fin lo marcó Napoleón con su conquista. En los museos de la plaza San Marcos todavía se pueden ver las obras con las que comerciaron: antigüedades griegas y romanas. El explendor de la república se palpa en los frescos del palacio: Tintoretto, Veronese ... , y los palacios que pueblan la isla, son testigos caducos de ese pasado.

Espero volver a perderme en tus callejuelas, navegar por tus canales, deleitarme en tus palacios ... iluminado por ese campanile que indica la sepultura del apostol San Marcos.

domingo, octubre 08, 2006

Los Borgia

Hoy vamos a hablar de cine, del nuevo estreno del cine español (o italo-español) que de momento parece todo un éxito de taquilla, como demuestran las colas a la entrada de la sala.

Los Borja, I Borgia, eran una familia valenciana (de Xàtiva, más exáctamente), que hizo las maletas y se fue a vivir a Roma. Allí no hicieron muchos amigos precisamente, y al final casi se murieron todos, menos Lucrecia, que se marchó para el norte, a Ferrara.

Dejando esta pequeña broma, la película no me ha decepcionado. Prefiero un libro, por supuesto, pero por lo menos no ha caído en el morbo facil (y posiblemente falso) liándo a Lucrecia con su padre Rodrigo o su hermano César. El vestuario impecable, los decorados y paisajes, perfectos ... Se consigue entrar en la época perfectamente, aunque salgan personajes de 7 vidas, Al salir de clase, Aquí no hay quien viva ... y el chavalín de "Todo sobre mi madre" que ha crecido bastante.

viernes, octubre 06, 2006

Venecia, El Cairo, Alejandría

Bueno, ya se me acaban las vacaciones. Vienen bien unos dias de descanso al inicio del otoño. Cuando todo el mundo vuelve, tu te vas, y te evitas las masas estivales.
Sin embargo, debido a la falta de dinero, me he pasado las vacas pensando en las escapadas que me esperan.
A finales de mes me voy a Venecia, la ciudad de los canales, de San Marcos, del Carnaval (que no veré), de los suspiros ..., y en Diciembre Egipto: El Cairo y Alejandría.

Sin embargo casi he pensado más en Egipto, pese a que quedan dos meses, que en Venecia. Siempre soñé con visitar Alejandría, y por fin, mi sueño se va a cumplir. ¿Por que? Pues no lo tengo muy claro. Quizás el culpable sea el comic de "Asterix y Cleopatra", donde los indomables galos Asterix y Obelix, su perrito Ideafix, y el druida Panoramix, marchaban hacia la corte de Cleopatra para construir un palacio para César en un tiempo record. Y ahora, voy yo.
Alejandría fue la ciudad más hermosa y cosmopólita de su época: la fusión de la cultura griega y la egipcia. Esta ciudad, creada por Alejandro Magno, y embellecida por los ptolomeos, aún mantendría su auge bajo el dominio romano. Sin embargo, cuando Napoleón llego a Egipto, Alejandría apenas era un pueblo de 7.000 habitantes, y de su faro, una de las maravillas del mundo, apenas quedaba una ciudadella árabe sobre los restos que dejó el terremoto.
Alejandría apenas conserva restos de su pasado explendor: su museo grecorromano, el pilar de Pompeyo, las catacumbas ... y bueno, la moderna Biblotheca Alexandrina. Pero no tiene desperdicio pasear por aquellas calles por donde antes caminó Alejandro Magno, Cleopatra y César.
Y tras visitar Atenas y Roma, ahora por fin, visitáré Alejandría.

Parece ser que los venecianos robaron de Alejandría el cuerpo de San Marcos, trasladándolo a Venecia. Sobre su tumba construyeron la Basílica de San Marcos, en estilo bizantino. Sin embargo en Alejandría apareció la cabeza del santo y se guardó en la iglesia de San Marcos. ¿Veré el rostro del evangelista en alguna de las dos ciudades?

martes, octubre 03, 2006

Cesaraugusta

La semana pasada estuve en Zaragoza. Apenas estuve unas horas, pero lo suficiente para conocer un poco sobre la ciudad romana. De nuevo pasee por la plaza del Pilar, y tras ver la basílica en el tiempo record de 10 minutos (cada vez me dice menos esta iglesia), paseé en dirección hacia la Seo de San Salvador, en mi opinión la joya cristiana de Zaragoza. Así, entre las estatuas goyescas que pueblan el camino, distinguí un cubo, que hacía años que formaba parte del paisaje urbano de la plaza, pero que nunca supe lo que era. Me acerqué, para comprobar de que se trataba. Siempre pensé que era un anexo a la oficina de turismo o un restaurante, o yo que sé, cualquier edificio vanguardista para adornar la plaza. Mi sorpresa llegó cuando ví que era la entrada al Foro Romano de Cesaraugusta, y que además había toda una ruta romana de la ciudad, con las murallas (que era lo único que había visto en viajes anteriores, con esa estatua de Augusto y una ranita tirando agua en la fuente de delante), el puerto fluvial, las termas, el foro, y el teatro. Sin embargo, pensé en perderme un poco por la Zaragoza medieval y mudéjar, y volver posteriormente. Marché por la Calle Mayor hacia la iglesia de La Magdalena, una de mis torres mudéjares favoritas junto a las de Teruel y Calatayud, y luego, un poco alejado del Pilar, marché hacia las Termas para comenzar la visita.

El chico del museo de las Termas me dijo que la visita de toda la ruta de Cesaraugusta llevaba varias horas, y sólo en el teatro podría estar una hora y media. Así que como ya había visto las Termas pq la taquilla está junto a ellas, me marché hacia el teatro.
El teatro en sí no brilla por su buena conservación. Mérida, Segóbriga, o incluso el experimento de restauración de Sagunto ofrecen una visión mejor, pero el museo zaragozano ofrece una explicación que falta en los tres teatros comentados anteriormente. La maqueta, los paneles explicativos, la guía auditiva ... te introducen en una época y un mundo que luego se ve premiado con las ruinas del teatro en vivo, por lo que la imaginación hace el resto, sobre todo si ya has estado en otro teatro romano.

En este caso, curiosamente, fueron los propios romanos quienes destrozaron el que fuera uno de los tres teatros romanos mas importantes de Hispania. La crisis del siglo III, el cambio de religión hacia un cristianismo que prohibía o repugnaba las diversiones públicas, la amenaza de los bárbaros ... propiciaron el abandono del teatro y su posterior uso como cantera para construir las murallas que emergieron para proteger Cesaraugusta. Luego llegarían los árabes, y los cristianos, dejando el solar bajo la judería, para volver a ser tierra cristiana de nuevo con la expulsión de los judios, y dejando los restos del teatro en el olvido, ocultos bajo sus casas, iglesias y palacios renacentistas.
Casi dos horas pasé en lo que fuera un teatro romano. Y es curioso, pero de nuevo Roma volvió a mi interés, opacada en mis preferencias por Grecia y Egipto últimamente.