sábado, septiembre 16, 2006

Cadaqués

Bordeámos el lago de Banyoles. Visitamos la iglesia de Porqueres. Nos perdimos por las calles medievales de Santa Pau. Subimos al volcán de Santa Margarida, descubrimos el verde cráter coronado por una ermita, y volvimos a bajar. Disfrutamos de las fiestas de Olot. De nuevo vuelta al medievo en Betsalú. Buscámos donde poder cenar en Peralada ...., y al dia siguiente, por fin apareció ante nosotros Cadaqués.

Cadaqués llega a la vista tras una carretera tortuosa desde Roses. Curvas y más curvas, hasta que finalmente se divisa un pueblo blanco frente al azul del mar. Su iglesia, sus calles, su bahía ... crean una postal en movimiento.
Recorrimos sus calles empinadas hasta llegar a la iglesia, donde una francesa achinada intentó unirse al grupo. Luego visitamos Portlligat, y volvimos de nuevo al pueblo para comer frente a la bahía en el Casino.
Y finalmente, tumbado en la playa de Cadaqués, bajo el sol de melancólico de Septiembre, alcancé el sueño acunado por el sonido de las olas del mar.

La última parada fue en Castelló d'Empúries y sus fiestas medievales. Juglares, bailarinas, Gigantes, tambores ... desfilaban pos sus calles ancestrales en esa fiesta que emulaba el pasado.

sábado, septiembre 09, 2006

Milano, Firenze, Roma

Tras coger el autobús en el aeropuerto de Malpensa, mii primera visión milanesa fue la Stazione Centrale. Un edificio imponente de medidas titánicas, dotado de un clasicismo regioy unas puertas altísimas que vigilaban la plaza del Duque de Aosta, con una fauna curiosa que no permitía el despiste.
Me adentré por Porta Venezia, para llegar finalmente a la Plaza del Duomo envuelto en la oscuridad. La fachada de la catedral, ocultada tras los andamios, daba paso a una extensa plaza donde brillaban las Galerias de Victor Manuel. Al fondo, a la izquierda, una calle llevaba hacia Navigli, donde confluyen los dos rios milaneses rodeados de bares y terrazas.
Al dia siguiente recorrí de nuevo el centro: La Scala, il Duomo, il Castello Sforzesco ... , para volver a la Stazione Centrale y recoger ese tren que me llevaría a Firenze.



Impacta ver atardecer sobre la orilla opuesta del Arno, observando los puentes florentinos, y al fondo la silueta de su catedral y la Signoria, escoltada por los campanarios de las otras iglesias.
Sus calles poseen un sabor vetusto que te remite unos siglos atrás. El blanco del mármol que cubre su catedral y sus iglesias reluce entre el marron vetusto de sus casas. Sólo hay un pequeño problema. La ciudad está tan poblada de turistas, que parece que te encuentras en un parque de atracciones.






Y de Firenze-S.M.N. a Roma Termini. Nunca olvidaré los atardeceres en Roma. La luz ténue sobre piazza Navona, el rojo del crepúsculo sobre el panteón, y el serpenteo de sus calles mientras la noche lucha por vencer a la luz. Cruzar el puente de Sant´Angelo, iluminado por el amarillo de sus farola, vigilado por el Castello. Y llegar en un silencio sepulcral a la Plaza de San Pedro prácticamente vacía.
Recuerdo sus 4 basílicas mayores: San Pietro dil Vaticano, San Giovanni Laterano, San Paolo fuori le muri y Santa Maria la Maggiore. Todas deslumbrantes, pero me quedo con San Pablo. Todavía conserva ese encanto paisajístico de estar extra-muros de la ciudad. Sus dorados bizantinos, su estética paleocristiana, sus claustros exquisistos, su amplitud, su silencio ....
Y recuerdo el atardecer desde la Trinità dei Monti, con la Piazza di Spagna a mis pies, y viendo como los violáceos, los malvas, y las nubes de damasco, se mezclaban en el cielo romano sobre una silueta urbana donde brotaban las cúpulas de San Pedro y San Carlos. Y en esta capital de la cristiandad, los obeliscos paganos ascendían eternamente hacia el sol de Ré.


lunes, septiembre 04, 2006

Vuelta al cole (sin Cangrejo)

Ya ha llegado Septiembre. Nos lo indican diariamente El Corte Inglés con su vuelta al cole y sus corticoles, y las numerosas colecciones de muñecas de porcelana, abanicos del mundo, mangas japoneses, escarabajos peloteros ... (para todos los gustos).
Pero más allá de ese bombardeo publicitario, Septiembre siempre es aquel mes nostálgico, triste, que como el último canto del cisne aparece para despedir el verano. Pronto la manga larga vestirá nuestras pieles morenas del verano, y el frio viento helará nuestro rostro mientras las hojas de los árboles caeran de las copas, poblando el asfalto con su manto marrón.

El viernes visité el Cangrejo. No había vuelto desde que Eva me enviase un mensaje con la aciaga noticia. Aquel bar, templo de Carmen de Mairena, había vivido tantos años, tantas épocas, desde que el Raval era el "barrio chino" y barrio prohibido, hasta nuestros dias donde la especulación hace cambiar el aspecto tradicional de sus gentes. Y ahora estaba cerrado, con el simple recuerdo de la cinta blanca del precinto. Y en lugar de escuchar el tímido sonido de la música del interior, se escuchaba la conversación de los vecinos sentados en proximidad. No había colas, ni nadie en la puerta, sólo el vacío.

El sábado fue el barrio gótico quien sustituyó al Raval. Cuando llegué a BCN, mis primeras salidas fueron por el gótico. Ahora, quizás por la clausura del Cangrejo, volví a Escudellers, recordando aquellos bares de mi inicio en la ciudad condal, ahora mas poblado de guiris todavía. Pero sin embargo, el Raval sigue atrayendo, y de camino a Plataforma (en el Paralelo), hicimos una visita al vecino del Cangrejo: La Aljaima.

Finalmente llegamos a Plataforma, donde por esa Ley nefasta ya no se puede fumar. Eso si, tienen una sala de fumadores, que es todo un cutrichil. Para fumar en la legalidad, ahora te obligan a hacerlo en condiciones infrahumanas que recuerdan una pocilga o el cuarto escondido de los trastos lleno de polvo y cucarachas. Bonita democracia que te convirte en delincuente por encenderte un cigarrillo.