sábado, diciembre 02, 2006

Justine en Bretagne

El vuelo llegó con retraso a Charles de Gaulle, y encima tuvimos que esperar que el autobús nos llevara para ir desde el avión hasta el aeropuerto. Una vez allí, el instinto y las señales de correspondencia de la terminal. Junto a mi, otra chica que debía enlazar para Berlín, los dos corriendo desesperados buscando la salida. Finalmente llegamos, y por fin, una vez en el avión, volví a introducirme en la vida de Justine. Allí estábamos los dos, en Paris, descubriendo sus vivencias pasadas en Alejandría. El avión despegó rumbo a Rennes, y salvo algun comentario de la Directrice des Rélationes Internacionalles de l´Université de Rennes, que estaba sentada a nuestro lado, Justine me introdujo en su sentir durante el trayecto.

Fue una visita fugaz a Rennes, callejeando entre sus callejuelas con típicas casas de "pain de bois", algunas con 500 años de existencia. Mas modernas, las fachadas neoclásicas estilo imperio bordeaban la Vieille Ville, para no olvidar que me encontraba en cualquier ciudad de la provincia francesa. Pronto cayó la noche, trayendo el frío bretón, y vaciando las calles de esta ciudad cuyo origen se remonta a los galos.

De nuevo cogí el avión. Al llegar a Marsella, la noche ya había caído, pero el clima provenzal nos permitió salir fuera del aeropuerto, para respirar un poco de aire fresco mientras fumába un Gauloises en la puerta. Pero el cansancio ya se hacía dueño de mi cuerpo, y tras pasar los estrictos controles de seguridad, esperé junto a la puerta de embarque perdiéndome entre las vivencias de Nessim, Justine, Balthazar y Scobie. Proseguí ya dentro del avión, escuchando voces en checo, rumbo a Barcelona. Terminaba así nuestro viaje a la Bretaña.

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