sábado, febrero 18, 2006

Atenas - Αθήνα

- Mira, mira, date prisa. - Dijo Encarna con una sonrisa perenne sobre su boca. Acudí rápidamente, y pude ver detras de su silueta, enmarcada en la ventana del hotel, la vista de la Acrópolis.
Aquella noche, hace un año, contemplé, tumbado desde mi cama, la imágen iluminada de la Acrópolis. Y mis ojos fueron cediendo lentamente, mientras la visión del perfil dorado del Erecteion, difuminado sobre el cielo ateniense, fluía hacia mi iris difuminándose lentamente.


Había deseado ese momento tanto tiempo. Quizás desde la mas lejana infancia, había anhelado el encuentro con aquella ciudad que fue la mas hermosa de su época. Poder sentir el olor del mármol penetrando en mi cuerpo, el radiante blanco destellando en mi vista ... y caminar por el mismo sitio donde dejaron su rastro Aristóteles, Fidias, Platón, Alejandro, Alcibiades, Marco Antonio, Teseo, Adriano, Cleopatra ....
Aspiraba su recuerdo, y sentía la caricia de sus palabras que aún flotaban en el viento. Sólo era cuestión de detenerse a escucharlas, evadiendo el sonido perpétuo del tráfico ateniense.

Plaka ya me había seducido, absorviéndome entre sus angostas callejuelas con sabor oriental, y embriagándome con la retsina de su color. Y aquella noche, recordando el rígido soldado de la Plaza Sintagma, inmune ante el frío y al mundo que fluía al alrededor, penetré en los sueños de los dioses.

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