domingo, junio 13, 2010

Casablanca



Es imposible pensar en Casablanca sin imaginarse a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman tomando una copa en el Rick's café Américain. Sin embargo Casablanca es actualmente la capital económica y la principal ciudad del Reino de Marruecos. Este país tan próximo a España vuelve a acercarse al otro lado del estrecho gracias a las múltiples ofertas de compañías de low cost, y una de esas ofertas me llevó a esta ciudad con embrujo cinematográfico.

La llegada a la ciudad fue ya de noche. Tras dejar las maletas en el hotel y solucionar el problema de las habitaciones caminamos por las calles comprendidas entre el Boulevard Mohammed V y el Boulevard de Paris, entre edificaciones con fachadas blancas. Un plato en un restaurante tipo kebab dio paso a un bar nocturno al que se accedía tras una puerta mate y unas escaleras que daban paso a una barra que dominaba una sala con una luz ténue. Al final de la barra, un marroquí cantaba en su micro mientras tocaba el órgano, y enfrente, un mar de mesas con shishas y cervezas, mientras las camareras y otras féminas de vida alegre hacian compañía a los clientes.



Al dia siguiente, tras desayunar unos crêpes, un zumo de naranja y un café junto al Teatro Rialto, continúamos por Blvd. Mohammed V hasta la Plaza de las Naciones Unidas, donde pudimos divisar la puerta de entrada a le Medina y su torre del reloj.
Nos adentramos por sus callejuelas, para salir hacia la Sqala, una antigua fortaleza del siglo XVIII de estilo italizante. Ya bordeando la muralla, continuámos hacia la Mezquita de Hassan II, la tercera mezquita más grande del mundo(detras de La Meca y Medina, según la guía), con su altivo minarete, él más grande jamás construido.
Realizada con mármol y madera de cedro marroquí, trabajado por artesanos de Fez y Marrakech, su interior es impresionante: creo que lo más parecido que he visto es el Vaticano; y fuera, una inmensa explanada que choca con el azul del mar.
Volvimos de nuevo por la vieja Medina, haciendo un alto en el Rick's café, donde pudimos degustar una cerveza "Casablanca" en un restaurante que copia literalmente los platós de la película de Michael Curtiz. ¡un capricho de una americana!
Tras una comida en "la Taberne du Dauphin", continuámos hacia la Plaza Mohammed V, y posteriormente al Parque de las Liga árabe. Desde las torres de la antigua Catedral del Sacre Coeur (actualmente una galería de arte), se puede divisar la ciudad, y en su interior, disfrutar de sus vidrieras.
Continuámos hacia Habous, o la Nueva Medina. Caminando por las calles y avenidas de la ciudad encontramos la iglesia católica de Lourdes, con unas vidrieras curiosas. Al final, ya finalizada la Rue Victor Hugo, alcanzamos el Habbous. Sus calles principales ofrecen souvenirs para los turistas; a ambos lados podemos encontrar blanquecinas calles solitarias o plazas repletas de aceitunas, alfombras ..., con su seductor juego de olores para el olfato. Pasada la zona turística, se encuentra un mercado, donde puede encontrarse colgada la carne de camello, con cabeza incluída. Una eterna tetera en una mesa del bar que se encuentra en la bisagra de ambos barrios permitió observar los dos mundos, con una agradable charla.
Ya de vuelta, de nuevo nos perdimos en el entramado urbanístico de la ciudad. Desde barrios residenciales (ahora nos encontramos con la iglesia griega ortodoxa), hasta zonas más deprimidas y semidelictivas como el Boulevard Mohammed VI. Al final, a punto de caer la noche, alcanzamos de nuevo Mohammed V, y tras llegar a la esquina del Petit poucet, restaurante que frecuentaba Antoine de Saint-Exupéry, volvimos al hotel.

Un desayuno con Crêpes dieron paso a un paseo relajado por el Boulevard Mohammed V (antiguo Blvd. de la Gare), hacia la estación de tren. Sus edificios necesitan una mano de pintura: algunos han tenido suerte como la Cámara de Comercio y deslumbran su art decó, otros como el Hotel Lincoln, caen en ruinas. A la izquierda, el Mercado Central con sus majestuosas puertas verdes arabizantes. Ya en la estación de Casa Voyayeurs, un tren venido del pasado con asientos de cuero desgastados nos llevó hacia el aeropuerto.

lunes, diciembre 28, 2009

Navidad, cuando el día vence a la noche.


Ya pasó la Navidad. En los últimos años le critiqué el haberse apropiado de una infinidad de cultos paganos. No queda ninguna duda que el culto a Mitra, esa religión mistérica de Persia que compitió con el cristianismo, fue su principal fuente. También he leído que el culto osiríaco fue fuente de inspiración, aunque en este segundo caso discrepo; considero que Isis y Osiris comulgan más con la pasión de Cristo que con el nacimiento.
Sin embargo, ahora considero que esto no es una crítica al cristianismo, sino una capacidad de absorción: los diferentes cultos han podido pervivir gracias a esta metamorfosis cristiana.

Por todos es sabido que el Cristianismo salió de la clandestinidad gracias a Constantino. Este emperador, puso fin a las persecuciones de cristianos de Decio, Valeriano y sobre todo Diocleciano, la Gran Persecución. La famosa persecución de Nerón no fue sino el capricho de un emperador, que no sembraría una línea continua hasta el siglo III. Así pues, Constantino ante un enemigo fuerte ante el que el mismo Diocleciano, capaz de reorganizar la economía y la estructura del Imperio, había sido incapaz de vencer, decidió unirse a él, eso sí, transformándolo.

De este modo Constantino convocó el Concilio de Nicea, para homogeneizar y limar la estructura cristiana de Oriente, como ya lo había hecho en Occidente, y de paso eliminar el arrianismo. Además, Constantino había sido sumo pontífice del culto del Sol Invictus, por lo que consiguió desplazar la fecha del nacimiento de Cristo, aproximándolo a la noche más corta del año, el solsticio de invierno, en oposición al solsticio de verano, la festividad de San Juan Bautista. Como consecuencia la Nochebuena coincide con el vencimiento del astro Sol, ya que los días comienzan a crecer y la noche pierde minutos. Al fin y al cabo, el nacimiento de Jesús ¿no es el triunfo de la luz sobre las tinieblas?

Otro dato a tener en cuenta es que durante esta época se desarrollaban las Saturnalia en la antigua Roma y por supuesto no olvidar el ya mencionado nacimiento del dios persa Mitra, también el dia de Navidad, y que fue adorado por pastores.

Nuevos elementos paganos se mezclan en estas fechas: Si bien la acción de hacer regalos tiene un origen mediterráneo (las Saturnalia), el árbol de Navidad proviene de orígenes celtas, y Papá Noël, (o Santa Clauss) invade estos días compitiendo con los pesebres de origen napolitano.

martes, diciembre 08, 2009

25 piastras


Me encontré este billete del tranvía de Alejandría en mi monedero hace apenas unas semanas. Estaba limpiando la cartera de papeles, en un momento en mi nuevo trabajo (si, he vuelto al sector privado, y cada vez anhelo más el sector público), y estaba arrugado en una esquina, debajo de unas tarjetas. Daba pena el pobrecico, pero ahora lo tengo ya en mi casa. Es curioso, pero traducido a euros, sale como 4 céntimos el pasaje. Es quizás una de las mayores atracciones de la ciudad, como dice E.M. Forster en su Alejandría, Historia y Guía.
Precisamente ha salido reeditado en castellano este libro cuya primera edición data de 1922. El autor de "Una habitación con vistas" y "Pasaje a la India" nos lleva en un viaje por la historia de la ciudad de Alejandría, desde que Homero hiciese descender en sus playas a Menelao y Helena de Troya. Alejandro fundaría su gran ciudad, eclipsando el pueblecito egipcio de Rakotis; los Ptolomeos la embellecerían y aumentarían su prestigio, para envidia de Roma.
La ciudad de Marco Antonio y Cleopatra sería conquistada por Augusto. Pero sin poder político, su poder cultural continuaría irradiando más que las luces de su faro; por sus calles han caminado Aristarco de Samos, Claudio Ptolomeo, Calímaco, Apolónio de Rodas, Euclides, Eratóstenes, Filón, Plotinio, Porfirio, Hipatia, Clemente, Orígenes, Arrio, San Atanasio ... pero también Napoleón, Mohammed Ali, el rey Fuad, Cavafis, Durrell y por supuesto Forster.
En la segunda parte, el autor hace una guía. De las estructuras decimonónicas, intenta hacer brotar los restos del mármol griego y el granito egipcio, haciendo ver al lector a través de las rendijas de una historia.
Y así la Via Canópica dio paso a la Rue Rossette, entre la puerta del Sol y la Luna. Luego cambió a ser la Rue Fuad, pero el lector no encontrará ninguna de estas calles en la ciudad actual, sino la Sharia Horreya (o con un poco de suerte Horreya Street). Incluso la ciudad de Forster ha cambiado, pero el tranvía continúa con su mismo estilo de aquella época, y como en su guía, es la mejor manera de conocer esta ciudad que vio brotar la filosofía neoplatónica, vio modificarse el judaísmo y discutió el cristianismo. Aquella ciudad que fue evangelizada por San Marcos, pero cuyo cadáver robaron los venecianos y de aquella Santa Catalina, cuya historia se pierde en la oscuridad. Pero el tranvía continúa circulando en sus calles, paralelo al Mediterráneo, por donde antes había columnas de mármol, palacios y faros, y no lejos de su estación principal, en Midal Ramlah, aún se puede sentir bajo la mezquita del profeta Daniel, los restos de aquel sepulcro que albergó los huesos de Alejandro entre la Via Canópica y la Via Soma.

domingo, junio 07, 2009

Thinking about ....

Did your read Shakespeare in Verona? Would you travel around Venise at sunset? Could you listen a sirtaki looking the Akropolis of Athens? Should I dream Alexandria in front the old Pharus?

Dancing in Buenos Aires, having lunch in Paris, get lost in London, be atonished in Rome .... Go fastly to New York, enjoy old savour in New Orleans, take a snap in Havanna .... Smoke narguile in Cairo, take a coffee in Istambul, feel the sun in Santorini ... feel the sand in Tombouctou.

Listen to someone speaking French with a Caribbean accent. Read Portuguese in far east China. Wander through the Louvre and Uffici corridors. Fly reading a book, listening to sweet music: from the Egyptian pharaons to The Borgia´s court, from gothic Europe to iced Antartica. Try to feel my wet lips on a dewy wet morning.

viernes, mayo 08, 2009

Por el camino de Swann

El recordar una determinada imagen no es sino echar de menos un determinado instante, y las casas, los caminos, los paseos, desgraciadamente son tan fugitivos como los años.

Por fin terminé el primer libro de "En busca del tiempo perdido". Marcel Proust ha inundado mis pensamientos desde Septiembre del año pasado, hasta prácticamente hoy, que he decidido ponerle fin en un interminable Euromed entre Barcelona y Valencia y que he logrado terminar ya tierras valencianas.

Todo comenzó en Barcelona, en Septiembre, tras una tarde de pasión donostiarra. Lo último que supe fue que estaba leyendo a Proust. Así que decidí comprarme el libro para llevármelo al viaje a Egipto. Sin embargo una vez allí, Mahfuz sustituyó a Proust como lectura, y Alejandría desbancó a Paris como ciudad. Ya de vuelta, cuando hube terminado con Mahfuz, continué con la novela de Wilder, y así Roma fue el escenario que sucedió eclipsando a París. Una nueva tarde de pasión, esta italiana y del gélido enero, me recordó de nuevo a Proust decidiéndome a comenzar finalmente a leer aquel libro que tras haber paseado por tierras egipcias, ahora se encontraba decorando la estantería del comedor.

Con Proust el tiempo gira en espiral. Retrocede y avanza a su gusto, siempre guiado por los pensamientos, por los anhelos, los deseos, la nostálgia ... Con un detallismo quizás excesivo, donde el flash de su escritura dibuja desde el crepúsculo entre las ramas de los árboles hasta los vestidos de las damas parisinas, Proust nos introduce en una Francia melancólica de la Restauración, donde nuestras propias melancolías navegan en su propio sueño de Morfeo. Y es que no es dificil trasladar las situaciones de los personajes proustianos a nuestra propia existencia; a nuestro propio pasado que parece tomar vida en la novela como si un cuadro volviese a la luz tras limpiar el denso polvo que le ha cubierto durante largos años.
El amor te vuelve loco, el amor no correspondido todavía te hace más adicto a conseguirlo, los recuerdos de la infancia se dibujan tapando con tipex los malos momentos, los atardeceres, los amaneceres y el sol del mediodía del pasado se difuminan sobre los que sucedieron apenas unos dias, consiguiendo una simbiosis superpuesta, y los infortunios de la psique humana navegan en esta red de odios y falsedades que emana de las relaciones humanas. Y como dice Proust, volver al lugar donde pasó, no es volver al pasado, porque ese lugar tampoco quedó congelado en el instante que queremos recuperar.

viernes, febrero 13, 2009

El oro perdido

Últimamente parece que pienso con los pies en vez de la cabeza. Perdí la semana pasada un paquete de tabaco sin estrenar, el martes una T-10 del metro, y el miercoles, lo peor, la cadena de oro con la placa, una cruz de caravaca y una cruz egipcia.

Todo empezó a las 4 de la tarde. Fuí a hacerme una higiene facial que me hacían a mitad de precio en el gimnasio (y que luego pensé que me salió cara), y la chica me pidió que me quitase la cadena. Así que me la metí en la chaqueta de la cazadora. Sin embargo, al salir, me puse la camisa, la camiseta, pero me olvidé de sacar la cadena del bolsillo. Luego me fui a la biblioteca de la UB a por un libro, al Decathlón a comprarme las gafas y el gorro para nadar, y casualmente pasé por un H&M donde me compré un jersey. Al dia siguiente, me acordé de la dichosa cadena, y bueno, no estaba en ningúno de los bolsillos de la chaqueta, ni tampoco lo habían encontrado en el gimnasio. Así que lo dí por perdido, y me fumé uno de esos cigarrillos meditativos, culpándome de mi poca concentración, y aliviándome intentando pensar que aunque fuera de oro, tampoco eran muy grandes las cruces.

Por la noche, sin embargo, encontré la cadena en el suelo de mi habitación. Se había caído de la chaqueta al ponerla en la silla. La alegría rebosó en mi ser. Había recordado como lancé literalmente la chaqueta sobre las perchas del H&M para probarme el jersey, y me extrañó que finalmente apareciera justamente en mi casa. La alegría subió por mis venas como el mejor champagne.

Esa misma noche apareció el paquete de tabaco. Sobre la tarjeta de metro, no se nada, pero después de encontrar la cadena, la alegría ha anulado su recuerdo.

viernes, febrero 06, 2009

Quan la Candelària plora ....

El pasado martes dia 2 fue la Candelaria. Mi abuela siempre decía: "Quan la Candelària plora, l'hivern ja està fora". Y este martes la Candelaria rompió en lágrimas y llovió toda la noche sobre Barcelona.

Hace poco más de un año que mi abuela se murió. Yo estaba entonces en la Patagonia argentina, y nadie me informó de su muerte hasta que volví a España. Un amigo me envió un sms con un "lo siento" cuando estaba en Chile, pero no me confirmó nada ante una llamada de preocupación, aunque admito que fue una de las muchas ideas que se me pasó por la mente, aunque no la única.

Todavía echo de menos su figura sentada en el sillón cuando voy a visitar a mi tia. Por curioso que sea, los recuerdos hacia su persona no irradian de la niñez, sino de la adolescencia. Fue entonces cuando empezamos a descubrirnos mutuamente; quizás yo era el único nieto que aguantaba sus conversaciones de sus viajes por Italia. Siempre había soñado con ir a Roma, y para un chaval que empezaba el bachillerato, siempre era interesante escuchar el viaje de mi abuela. Cuando hice arte en COU, le volví a pedir los libros para ver las imágenes. En aquellos tiempos no existía internet con tanta información, así que sus libros turísticos de Toda Roma, Toda Venecia o Todo el Vaticano eran la mejor biblioteca de imágenes del renacimiento italiano. Entonces ella me los regaló; me dijo que cuando se muriera posiblemente irían a la basura, y yo era el único al que le interesaban, así que de pronto tuve todas aquellas imágenes de Giotto, Botticelli, Rafael, Miguel Ángel, Da Vinci ... en mis manos, como legado.

Cuando por fin fui a Roma, era como si visitase la ciudad eterna con mi abuela: la iglesia de la Santa Croce, la Santa Scala ... Lo mismo me pasó en Venecia con la Palla d'Oro. Como flashes de luz, sentía su imagen y escuchaba sus palabras a mi lado. Cuando murió, soñé varias veces con ella. Era como si necesitase despedirme de ella. No lo sé, quizás nunca lo sabré. Imagino que su figura irá difuminándose con el tiempo, aunque nunca llegará a borrarse. Siempre quedará en mi memoria sentada en aquel sillon con su fuerte y poblado cabello blanco, vestida con colores oscuros, y con su sonrisa incomprensible.