miércoles, agosto 20, 2008

Muetadas

Ayer fui a la biblioteca a devolver los libros que dejó el muete antes de irse a Pamplona. Aproveché y me saqué la Lonely Planet de Egipto, y marché hacia el gimnasio a quemar unas grasillas. Parece que fue ayer, pero ya hace dos semanas, y la nueva mueta todavía no se ha instalado. Es curioso, pero el chaval se fue antes de que se acabase el té que dejó la valencianeta. Por cierto, este último de canela creo que voy a tirarlo, porque como que no me gusta mucho. Demasiado raro :)
Por su parte el otro muete me preguntó ayer por la plancha. Le informé que era de Fernando, y emigró a Pamplona con su dueño. Se puso triste, pero al ver que teníamos otra plancha de paleolítico se alegró. ¡¡Mas vale eso que nada!! Eso si, continúan entrando y saliendo italianos por el piso; el primero bastante simpático, el segundo, digamos que curioso.

Aún no he vaciado la maleta del fin de semana en la Costa Brava, y ya tengo que hacerla de nuevo para marchar a Zaragoza. Aún recuerdo Palamós, Llafranc, Calella de Palafrugell y Begur con sus calas, para volver de nuevo a tierras aragonesas. Mañana realizaré una segunda visita a la Expo, esta vez con más tranquilidad y sin concierto a la vista, o por lo menos no será el eje de la visita. Luego unos dias en Valencia, para descansar (esperemos).

Hoy ha sido el último adios en el trabajo. Entré a las 12.40 (buena hora) y tras una reunión sobre el anuncio, viendo la première in vivo, hemos marchado a comer a un delicioso restaurante situado en Pedralbes: El jardí de l'abadessa. Despues, archivo de papeles. Era como borrar mi presencia de seis meses en aquella oficina. La papelera se fue llenando, y la mesa se vaciaba. Finalmente, un par de besos, apretones de manos, y un hasta siempre.

1 comentario:

Black Queen dijo...

Puedes informar a los seres extraños que habitan conmigo que la plancha está en buen estado y ha superado satisfactoriamente el trauma del viaje de regreso a tierras navarras. Por otro lado provoca bastante desazón el saber que un té tiene un período de vida más largo que el de uno mismo...
Seguro que tu nueva compañera te proporciona largas horas de charla frente a las torres de Mapfre y, quién sabe, lo mismo a ella también le gusta el té y os lo podéis beber juntos.