sábado, julio 26, 2008

Expo Zaragoza

Eran las 12.30 de la mañana, y aquel Talgo color cobre que parecía un bunker de la segunda guerra mundial partía desde la estación de Sants con destino Bilbao. Allí estábamos los 3, sentados en aquellas butacas que parecían no haber sido cambiadas desde el franquismo. En Tarragona, una chica nos informó que nos habíamos sentado en el vagón equivocado, así que recorrimos aquella anticualla con destino al vagón precedente. Pasamos Reus, Lleida y Monzón ... El tiempo se hacia eterno entre aquellos paisajes áridos por donde ya pasaban pocos trenes desde la apertura del AVE.
Finalmente descendimos en Zaragoza Delicias, y tras coger un taxi hacia la "Puerta del Ebro" y recoger las entradas bajo el ardiente sol zaragozano, nos introdujimos en el recinto de la Expo.
Tras observar el Danubio y los lagos húngaros, saboreando una cerveza húngara y probando el picante paprika, marchamos hacia el país helénico, donde pudimos sumergirnos mentalmente en un baño cretense. Después vino Jordania, entre la arena del mar Rojo y la sal del mar Muerto, pasando por Petra, Yerisa, el monasterio bizantino, Aqaba y Amman. Enfrente nos esperaba el bazar del Yemen, con sus danzas, y para terminar el pavellón de Arabia Saudí.


Marchamos hacia el Anfiteatro, esperando ver algún indicio de Mounir. Mientras se preparaba el programa de RadioAragón, pudimos ver un muchacho egipcio sobre el escenario. Tras una breve conversación en inglés, nos indicó que pasásemos dentro de media hora. Comimos en la parte de arriba, y al volver, pasamos una puerta abierta, que nos llevó a la trasera del escenario.

La noche ya caía, e intentamos introducirnos en los camerinos. Finalmente, pudimos ver a Mohammed Mounir en lo alto. Subimos las escaleras, pero un señor poco educado nos indicó que no subiéramos. Ya habiamos hecho la primera foto, pero parecía que el cantante egipcio se difuminaría en lo alto de la escalera. Finalmente él bajó. Pudimos hacernos mas fotos, hablamos brevemente y nos firmó un autógrafo. Parecía contento de saber que habíamos venido desde Barcelona para verle. Despues de esto, subió y desapareció.

A las 11 comenzó el concierto. Ursula no se despegó de la barandilla con su pancarta. Elena y yo nos integramos en ese nutrido grupo de españoles y la colonia egipcia de Zaragoza, bailando sus canciones. De pronto la lluvia hizo aparición. Las gradas se despoblaron, y el público desapareció. Mounir continuó cantando, y nosotros seguímos bailando bajo la lluvia refrescante. Finalmente, se canceló el concierto por seguridad. Al final, pudimos de nuevo saludar nuevamente a Mounir, que bajó del escenario.

Un paseo por la expo bajo la luz de la luna; Un martini en una terraza escuchando el sonido intermitente de la casaca de agua de las fuentes; un paseo por el pavellón puente sobre el Ebro; la salida, un autobús ...

Las murallas romanas bañadas por el negro de la noche, silencio sólo roto por aquella rana de bronce que lanzaba agua sobre los pies de Augusto; La basílica del Pilar amplia en la soledad; la catedral de la Seo, guardiana de la luna; el arco del Deán, protegiendo en mudejar corredor; una calle mayor eterna con fin en la torre de la Magdalena; los gritos nocturnos a las salidas de los bares; un paseo por la calle Alfonso que siguió por el paseo de la independencia; un taxi, los bancos de la estación de Delicias, un café con leche y un croissant en la cafetería ....

Subimos al AVE. Nada que ver con aquel talgo vetusto; 2 horas de sueño hasta llegar a las 9 a Barcelona. ¡¡¡Comienza el dia de trabajo!!!

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