jueves, noviembre 01, 2007

Café de Qúshtumar

Era un café en el barrio cairota de Alabasía, donde se juntaban todas las noches 4 amigos. Abandonaron la palmera de su sus juegos de infancia para entrar en el café de Qushtumar, que a partir de entonces sería testigo de sus vidas: el instituto, la universidad, sus sueños fracasados, su vida laboral, sus ilusiones, sus matrimonios, sus divorcios, la guerra mundial, la politica egipcia, los ingleses, los americanos, Hitler, Nasser ... la vejez.

Qushtumar evoca a El Fishawy, donde todavía se respira la presencia de Naguib Mafuz, y el humo de la shisha invade la atmósfera del local.

Y algún bar árabe de Barcelona evoca este Fishawy, Qúshtumar, o íncluso el salón del Hotel Cecil de Alejandría. Y mientras saboreas el tabaco de manzana de la narguile, o mientras expulsas el humo, por tu mente viajan esos recuerdos egipcios, y tu alma se traslada a cualquier café del Jalili cairota o la Corniche alejandrina. Y entra en tus recuerdos un incesante bullicio, un aire irrespirable, unos suelos mal conservados, la música de Mounir ... , y el humo sigue saliendo de la boca, mientras escuchas el sonido de las burbujas del agua. Y entre las humaradas, las palabras salen, porque lo más importante es el diálogo entre las personas que comparten la mesa, la narguile, el té ... mientras escuchamos la música árabe del local y nos transportamos de nuevo a El Cairo.

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