sábado, agosto 04, 2007

El Cangrejo nunca muere

Allí estábamos en Plaza Sant Jaume: Vanesa, Oihana, y yo. Una despedida tranquila, para dos años de convivencia. Pateamos las callejuelas del barrio gótico, y finalmente encontramos un japonés tranquilo y original. Tranquilidad por la música, por el espacio libre, por los cómodos sillones, por la amabilidad de los camareros; Original por la mezcla culinaria japonesa y sudamericana. Una buena charla ..... ponía fin a dos años.
Vanesa desapareció. Nos quedamos sólo dos. Tomamos una copa junto a las Ramblas, y finalmente probamos a ir al Cangrejo, ese templo nocturno que había sido cerrado hacía un año y que según todos los indicios había sido reabierto recientemente. Fue Eva quien me anunció la aciaga noticia por sms hace un año; lo había leído en el Metro o algún periódico de estos gratuitos que yo nunca leo porque me aburren. Yo estaba entonces en Lanzarote. Costaría volver a Barcelona teniendo las puertas del Cangrejo cerradas. También fue ella la que me avisó por sms hace poco de su apertura. Ahora lo había leído en El País (mas nivel).
A principios de año habían abierto otro Cangrejo en el Eixample. Pero no era lo mismo. Otro estilo, otra gente ... ¡Añorábamos aquel Cangrejo escondido en el corazón del Raval!
Y así, entramos de nuevo en el Cangrejo de toda la vida: Las paredes pintadas de azul covalto, la entrada del baño modificada. Faltaba el podium donde tantas fiestas nos montámos. ¡Y faltaba el piano!. Sobre el azul covalto de los muros volaban doradas golondrinas, nadaban dorados cangrejos, y sonaban aureas castañuelas. Y así, de nuevo hicimos la fiesta en aquel bar fundado nada más y nada menos que en el año 1902.

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