miércoles, abril 19, 2006

Provence - Côte d'Azur II


Comenzó el dia envuelto de nubes, a escasos metros del mar. Tras un desayuno copioso devolvimos las llaves a aquella francesita, que era muy mona, tenia una sonrisa pícara y unos pantalones ajustados al culo, pero que sólo sabia utilizar el francés para quejarse.
Partimos por la carretera de la costa, serpenteando las calas, en dirección a Cannes. Pasamos Saint Maxime, Saint Raphael, y muchos otros pueblos, unidos por las villas de principios de siglo, y las construcciones monstruosas de la segunda mitad del siglo, que jalonaban las antes virgenes laderas de la costa. Aún recuerdo la imagen de la iglesia de Sant Raphael. Impactante, si no hubieran construído a su derecha un edificio horrible que le quitaba todo el encanto, y en su parte inferior, para mas Inri, un Mc Donalds. Cosas que pasan.
Tras recargar las pilas en el hipermercado Casino, llegamos a Cannes con la lluvia golpeando en las lunas del coche. Aparcamos, e intentamos descubrir la ciudad. Demasiado tiempo intentando encontrar algo fascinante. El paseo, bonito, pero simplemente bonito, como podrían ser el de Gandia o el de Benidorm. El palacio de congresos, aquel donde se desarrolla el famoso "Festival de Cannes", nos mostró la magia de una cámara de televisión bien encuadrada, una alfombra roja, y un coche desde donde salen las celebridades. Despues caminamos por la Rue d'Antibes, toda repleta de las tiendas mas fashion que se pueda encontrar. Finalmente, por fin, encontramos el viejo Cannes, quizas el lugar que salvó la ciudad. Sus calles empinadas y sus casas coloridas, guiaron nuestros pasos hacia un pequeño café donde nos sentamos protejidos por unas sombrillas de la ténue lluvia que volvia aparecer.
Cogimos el coche, de nuevo por la costa. Pasamos Antibes por el centro, la ciudad que escogió Picasso para vivir, y entonces nos dimos cuenta del tiempo que habíamos dedicado a Cannes y deberíamos haber gastado en Antibes. Pero debíamos buscar todavía un camping, y la lluvia amenazaba con volver a rociarnos. Nos perdimos por Cagnes, un pueblo a escasos metros de Niza, pero finalmente, llegamos a buen puerto, y nos alojamos en un bungalow mas grande que el de Saint Tropez, en la ladera de la montaña.
Cenamos rápidos, y marchamos hacia Niza. Recorrimos su extenso paseo marítimo, hasta llegar al puerto. Aparcamos junto a Notre Dame du Port, disfrutando con un paseo nocturno por este puerto silencioso repleto de yates.
Volvimos hacia el centro, y tras ver la plaza Garibaldi cerrada al tráfico, y las obras tranvía incomunicando las calles nizardas, conseguimos aparcar junto al Negresco. Recorrimos sus calles comerciales, su centro histórico rodeando la catedral, y el Marché de les fleurs. Finalmente, el paseo marítimo nos indicó el camino hacia el coche, iluminados por una luna que luchaba por divisarse entre nubes de humo.

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